"¿Cómo voy a lograr que aún me quieras? ¿Cómo lograr que quieras escuchar?"
Paseabas de un lado a otro, revisando los días anteriores, cada paso que habías dado, cada palabra que pronunciaste.
Nunca habías llorado. Nunca te había pasado algo similar.
Vos no eras así. Vos no sabes amar, no sabías que era amar. Nunca supiste diferenciar fidelidad de infidelidad, para vos, eran dos simples palabras, nada con un significado extremo.
Hoy, te encontrabas ahí sin saber que hacer, sin saber que queres hacer. Hoy, te encontrabas llorando por una mujer.
Hoy, tus heridas no cicatrizaban como esperabas.
Hoy, no habías salido de tu casa.
Ella, Paula. Cuando la conociste la viste tan loca, tan histérica, tan linda, tan inalcanzable. En la primera de cambio, te dio vuelta la cara. Y a vos nadie te daba vuelta la cara, es decir, nunca nadie lo había hecho.
Tus amigos de la joda, como les decía Hernán, tu mejor amigo desde la infancia, te cargaron a más no poder. Y tu ego se afectó.
Vos, tan así, tan superficial. Vos, tan huérfano de padre y madre. Vos, te creías tanto, y ahora te sentías tan vacío.
Facundo y Lucas (tus amigos de la joda) te dieron un tope. Y vos sonreíste en ese momento, tenías que acostarte con ella como sea.
Ella, tan sensible. Tan de cristal, que recordar su imagen te afectaba. Te afectaba como te descubrió, como paso todo.
La luz tenue del living, creaba la atmósfera ideal para que te sientas a cada instante, a cada movimiento de las agujas del reloj, un poco más idiota.
Recordabas su cara, descolocada. Veías su confianza partiéndose en pedazos. Podías jurar que aun escuchabas sus palabras, llegando a vos, hiriéndote, no queriéndote ver más.
Y queriendo ganar, terminaste perdiendo, lo asumías. Y te servías un whisky más. Un whisky on the rocks, porque te hacía sentir mejor, porque empezaba a doler menos a partir del cuarto, porque tus sentidos iban disminuyendo, porque el dolor se iba calmando, al menos por un rato, mientras tu cerebro no te jugara una mala pasada, grabando en tu mente, sus ojos hinchados, su mirada perdida, sus lágrimas cayendo más y más; y ahora su llanto, llegaba a tus oídos y vos optabas, por lanzar el vaso a la pared más cercana.
"Cuando este fuego me desvela... pero despierto solo una vez más"
Solo en tu cama de dos plazas, tan vacía y tan fría. Tan demasiado grande para vos.
Tan cómoda diría ella...
-Qué haces linda?- le preguntaste, y ella te miró confundida, de arriba hacia abajo como inspeccionándote, como dudando si contestarte o no.
-Me hablas a mí?- te preguntó finalmente en segundos que te parecieron eternos, más si tenes en cuenta que Lucas y Facundo están ahí mirándote, en lo que según tus palabras sería pan comido.
-Si, claro, como te llamas? Yo soy Pedro...el guitarrista de la banda que viniste a ver- le dijiste guiñándole el ojo derecho y con tu sonrisa de costado que sabías ayudaría.
Ella te miró con una cara de... Dios, no podías descifrarla nunca te habían mirado con una cara así.
Se mordió el labio inferior, balanceó su cabeza de un lado a otro y se fue de allí, dejándote solo. Eso no podía estar sucediendo.
Frunciste el ceño, mientras la mirabas irse.
Tenía un vestido color púrpura que se abrazaba a su cintura, a su cadera, a cada una de sus curvas. En lo que iba de la conversación ya habías soñado varias veces con sacárselo.
-Sin suerte caballero?- te preguntó Facundo, ya que Lucas estaba riéndose de vos, unos pasos más atrás.
-Callate tarado, seguro no me reconoció, ahí voy.
Y fuiste tras ella... una vez más.
Si tan solo hubieses dejado todo ahí, si no le hubieses insistido, si no hubieses querido jugar con ella, quizás hoy habría menos sufrimiento de por medio: tuyo y de ella.
No te atrevías a estirarte en la cama, con miedo a tocar su lado, el lado que ella usaba cuando dormía con vos.
Como un recuerdo nítido podías imaginar sus placas de bruxismo en la mesita de luz, la primera vez que la viste.
-Hola linda...una vez más...¿Cómo me dijiste que te llamabas?
-No te lo dije...¿necesitas algo?- te preguntó ella mientras sostenía en una mano su daikiri de durazno.
-Tu nombre...y quizás tu teléfono- le dijiste guiñándole el ojo y ya ni a vos te estaba gustando todo esto
-Mirá no me interesas, si? No me muero por vos ni por tu cama, se quien sos, te vi, y ya.
"¿Cómo lograr verte de nuevo? ¿cómo he de recobrar tu corazón? "
Marcabas su teléfono una y otra vez.
Sonaba y no dejaba de sonar.
Vos, intentabas que el mate pase por tu garganta después de exactamente tres días de no dormir bien.
Y fue ahí al cuarto tono (de la quinta llamada) que te contestó.
-Es que no fue suficiente diversión para vos, Pedro? Necesitas más? Tus amigos no te creen aún? - te preguntó ella con su voz quebrada
-No Pau, tenes que escucharme, necesitamos hablar, por favor- le pediste con el resto de voz que te quedaba.
-Y ahora qué? Sos vos el que sufre?
-Estoy sufriendo yo...yo te amo pau- y se lo dijiste por primera vez.
-Me amas? Esto es amar para vos? Odiame Pedro, te lo pido, odiame.
-Vos me odias?- le preguntaste, necesitabas saberlo
-Hace de cuenta que cambie mi número no me llames, me haces mal- te dijo sollozando y evitando tu pregunta.
-Necesito saberlo...me odias?
-Si al menos lograra odiarte, todo sería más fácil- te dijo para luego cortar.
Sentías el sonido llegar, de alguna manera, era algo distinto de un zumbido.
Vos, desde ese fatídico día (en el que muchas veces pensaste pero te autoconvencías de que nunca llegaría) estabas divagando un poco en vos, un poco en ella. Tu departamento se había vuelto tu refugio, los planteos aparecían de a borbotones.
En algún momento de lucidez (aun solías tenerlos) te diste cuenta que era el timbre.
Te dirigiste a la mirilla y pudiste verlo. Le abriste. Traía un JB etiqueta azul.
-Sea lo que sea, no me digas "yo te lo dije", por favor- le pediste, dejándolo pasar.
-Supongo que podré reclamártelo cuando tengas mejor aspecto, no te voy a patear mientras estés en el suelo, yo no soy ellos.
-Entonces no creo que me patees nunca, no se si podre levantarme
-Siempre fuiste tan melodramático? Casi no lo recordaba- te dijo mientras buscaba dos vasos de whisky en la mesita de cristal (herencia de tu abuela materna) que estaba entre los sillones del living.
-No me quiere ver- le dijiste para desplomarte en el sillón más cercano mientras tomabas el vaso que te ofrecía Hernán.
-Yo haría lo mismo si te sirve de consuelo
-No Nan, claro que no me sirve de consuelo- le dijiste frunciendo el ceño y mirándolo a los ojos
-Bueno campeón, no me mires así que no hice nada- y te tiró un almohadón que te había hecho Paula hace apenas unos días.
Te mordiste el labio para no llorar frente a él, porque no te gusta llorar, más si estás en compañía.
-Si te sirve, voy a llamar al delivery
Él, se acercó de atrás y palmeándote el hombro te dijo:
-Llorá tranquilo pepe, no te voy a mirar.
"¿Cómo aceptar que todo ha muerto y ya no hay forma de pedir perdón? "
-Si me seguís mandando flores, voy a tener que poner una florería, y dejar mi trabajo
-Y de qué trabajas?
-No te interesa, guitarrista.
-De verdad pensas que no me interesa? Con todo lo que vengo haciendo, no te parezco un romántico empedernido ?
- No, lo tuyo ya es muy creepy...digo, averiguar mi dirección, mandarme flores todos los días? Te falta el pasacalles...
-Mañana llega...
-Si estás hablando en serio, que ni se te ocurra.
-Ok. Lo cancelo...Qué gano a cambio?
-Plata
-Me pensas pagar? Esto se pone interesante- dijiste colocando la palma de tu mano en la pared de piedra del edificio.
Ella, coloco sus anteojos de sol cual vincha, y a vos te gustó como reflejaba el sol en sus ojos verdes.
-Claro que no te voy a pagar, lo digo por la plata que no vas a gastar.
-Quizás podría usar esa plata para invitarte a cenar
-No voy a cenar con vos- te dijo riéndose.
-Y eso por qué?
-No se...no me interesa.
-Y a mi no hay nada que me interese más que interesarte.
Caminabas sintiendo el frío en tus mejillas, necesitabas eso, no solo respirar aire fresco, sino que el aire rebote en cada parte liberada de tu cuerpo: tus brazos, tu mejilla, tus orejas.
Necesitabas volver a lo tuyo, tener tu cabeza en otro lado, al menos por un rato.
Pensabas que quizás un poco de ensayo con tu banda te vendría bien. Quizás componer, te refrescaría las ideas...quizás así, descubrirías como pedir perdón.
Con tu cara entre las palmas de tus manos te permitiste llorar: en la soledad de tu depresión, en la soledad de la sala de ensayo, una vez que todos se fueron.
"En serio aceptas una cena?"
"Deja, que yo cocino, Pedro"
"Otra vez tenemos que ver esta película?"
"Cómo me hechizaste así, Alfonso? No me lastimes"
"Te quedas a dormir?"
Te colgaste en el timbre...y esperaste a que saliera.
-Es que no lo entendes? No entendes que no quiero verte?
-No se que hacer, Pau...de verdad no se como pedirte perdón...- le dijiste entre lágrimas
-Y yo no quiero que me lo pidas...porque me duele acá...adentro...profundo- te dijo señalando su pecho
-Haría cualquier cosa para borrar la forma en que te enteraste
-LA forma en que me enteré?...por que no haces cualquier cosa para borrarte de mi vida? Hace algo para borrar este amor que siento por vos...-te gritó mientras te golpeaba en el pecho.
Quisiste abrazarla y no te dejó.
Quisiste amarla y no te dejó.
Quisiste volver el tiempo atrás...y no podías.
¿Cómo fue que le pifiaste, como fue que ella se enteró así, de la apuesta? ¿Como fue que vos habías decidido que la amabas, y no lo dijiste antes?
"Qué mal, qué mal, esta absurda y triste historia que se pone cada vez peor"
Estabas sentado en la mesa del living, con el mate como compañía, la notebook como trabajo y ESO como distracción.
Hace dos días había llegado un paquete a tu casa: un sobre de madera te esperaba en tu buzón.
Sin remitente, pero con un perfume que lo delataba.
Habías entrado en tu casa, habías dejado las llaves sobre la barra de la cocina, y te habías sentado en la butaca blanca.
Abriste el sobre y te encontraste con un pequeño cuaderno, tapa azul marino. Lo abriste, era un día a día, con algunas partes marcadas con resaltador rosa pálido.
Día 1
Hoy me hablo un chico, el guitarrista de la banda. Lindo, de los que podrían gustarme, pero sigo negada. Ojalá pueda cumplir mi promesa. Su nombre es Pedro, pero sus amigos nos miraban raro.
Día 2
Cuando volvía hacia casa me sentí observada, creo que la paranoia me esta ganando. Quizás debería pasar mas tiempo dentro de casa. ¿Será que aun no estoy preparada?
Me agobia solo pensar que la gente me mira, ¿es que acaso me ve como un blanco fácil?
En un momento sentí un ruido, pero me di vuelta, y solo vi algunas hojas amarillas caídas de los árboles moviéndose.
Ese día, la habías visto caminar a tan solo unas cuadras de tu casa, la miraste caminar con su andar pausado. Miraba hacia todos lados, como buscando algo, o a alguien. Llevaba una pollera escocesa larga, unas chatas blancas y una remera del mismo color. El pelo recogido, con unos mechones que caían sobre su rostro, te hipnotizaba.
Algo te alertó y te escondiste tras un árbol, ella se dio vuelta y frunció el ceño.
Día 3
Me llegó un ramo de rosas. ¿De quién podrá ser? Hace mucho que nadie lo hace, al menos desde esa época, no se si quiera volver a eso.
¿Eso? ¿Que sería eso? No recordabas algo a lo que pudiera estar refiriéndose.
Día 4
El día estuvo muy nublado, así que me quede en casa. Hoy no me levante de muy buen ánimo. Mañana tengo la reunión semanal con Ana, me cambio el horario para que no me excuse del clima, para no ir.
En un momento sentí un ruido, pero me di vuelta, y solo vi algunas hojas amarillas caídas de los árboles moviéndose.
Ese día, la habías visto caminar a tan solo unas cuadras de tu casa, la miraste caminar con su andar pausado. Miraba hacia todos lados, como buscando algo, o a alguien. Llevaba una pollera escocesa larga, unas chatas blancas y una remera del mismo color. El pelo recogido, con unos mechones que caían sobre su rostro, te hipnotizaba.
Algo te alertó y te escondiste tras un árbol, ella se dio vuelta y frunció el ceño.
Día 3
Me llegó un ramo de rosas. ¿De quién podrá ser? Hace mucho que nadie lo hace, al menos desde esa época, no se si quiera volver a eso.
¿Eso? ¿Que sería eso? No recordabas algo a lo que pudiera estar refiriéndose.
Día 4
El día estuvo muy nublado, así que me quede en casa. Hoy no me levante de muy buen ánimo. Mañana tengo la reunión semanal con Ana, me cambio el horario para que no me excuse del clima, para no ir.
Día 5
Ana es muy optimista, quizás debería imitarla. Ya pasaron 2 años pero no puedo superarlo aun, eso creo. Veo su rostro en cada persona, y eso me aniquila.
Hoy me pareció escuchar su voz y salí corriendo.
Día 6
No se si esto de contar las cosas en un diario me esté ayudando, lo releo y me asusta. Hoy volvió el guitarrista, no se que quiere. Me pidió mi número de celular...¿Debería asustarme? ¿Contárselo a alguien, quizás?
Día 7
Necesito que su recuerdo me deje en paz. Solo eso necesito
No recordabas a ninguna Ana tampoco, como para que signifique algo.
Recibiste un mail y la hora del "recreo" terminó, debías entregar unos informes mañana a primera hora. Cortaste un pedacito de papel y lo pusiste separando lo que habías leído. Como si de verdad te fueras a olvidar. Como si de verdad no fueras a releerlo una y otra vez hasta que cobre sentido.
"Qué mal, qué mal, ¿por qué ni puedo hablarte? "
-¿Qué pasa Pepe?- te dijo ella mientras dejaba de cocinar para sentarse frente tuyo
-Paula me pasa.- te sinceraste.
-¿Está bien? ¿Se pelearon?
-Lo arruiné todo nana.
-¿En qué sentido?
-En que ella se enteró de todo, de la apuesta, del juego.
-Te lo dije, Pedro.
-No se que hacer ya, no se como explicarle que las circunstancias cambiaron
-Vos sabías que estabas jugando con fuego, no podes echarle la culpa
-¡Pero que no le estoy echando la culpa, Rosa!- le gritaste mientras golpeabas tus puños contra la mesa de madera.
-A mi no me grites querido, vos te mandaste la cagada.
-No necesito esto de vos Rosa...
-¿Y qué necesitas?
-Que me tranquilices como siempre lo hiciste, que me digas que todo va a estar bien...
-Esto es muy caballero de tu parte
-Es que estoy feliz que hayas aceptado que nos veamos
-Esto es nuevo para mí, quiero que lo sepas- te dijo ella cuando ya estaban sentados en una mesa de la costanera
-No soles salir? Qué es lo nuevo?
-Que me cortejen...es largo de explicar
-¿Qué te cortejen? ¿Qué son esas palabras? ¿De qué siglo venís?- le preguntaste riéndote
Viste que su sonrisa se apagaba y como su cara empezaba a cambiar.
Supusiste que no había sido de tus mejores chistes.
-¿Y ahora si me vas a decir de qué trabajas?
-Ordeno medicamentos.
-Me querés decir que trabajas en una farmacia?
-Si, pero no al público. No me gusta
-Que lastima, sería un placer.
-Solo para ellos, creeme.
-¿Pedro? ¿Me estás escuchando?
-No, perdón Rosita. Estaba en otra.
-Veo, te decía que aunque les cueste tienen que hablar, tenes que lograr que te escuche.
"Temo que es así, que ya no hay forma de pedir perdón"
Día 8
En realidad no estoy segura de que lo sea, pero quiero mantener un orden. Ayer cené con Pedro, el guitarrista, no recuerdo si lo había nombrado ya. Creo que pude soportarlo, hasta que llegamos a casa (si, me trajo hasta la puerta).
Me preguntó si no lo invitaba a pasar y fue el fin. No se si es posible pero un frío se apoderó de mi cuerpo. Claramente le dije que no. ¿Estuve mal?
-No me dejas pasar?
-Ahora? A mi casa?
-Si, no se, podemos tomar un café si me invitas.
-No, no creo que sea conveniente
-Siempre pones tanta resistencia?
-Ya te dije que no me suelen pasar estas cosas, estoy desacostumrada digamos.
-Un ex que te dejó marcada digamos?
-Fue una linda cena- te dijo para luego dar media vuelta
Día 9
Hola diario, ya ni recuerdo si te saludaba, a decir verdad no me resultás del todo agradable. Ana dice que es necesario.
-Espera!! El viernes...una cena podrá ser? Tengo ganas de cocinar
-¿Cocinas?
-Me defiendo...te paso la dirección de mi departamento?
-Preferiría que sea acá.
Día 10
La pase muy bien...¿Es demasiado pronto? Ni siquiera recuerdo si se me tiene permitido esto.
Pedro cocino lasaña, la verdad me sorprendió. Quizás el destino, me repara algo mejor. Es algo en lo que estoy pensando, quizás tengo derecho a ser feliz después de todo no? Si fueses un hada o alguna de esas cosas místicas y no un diario que escribo por sugerencia de Ana, te pediría que me cuides...¿no me vas a dejar sufrir no?
La cabeza te giraba a mil, los recuerdos se agolpaban en tu mente, casi como un torbellino ibas recordando cada una de las cosas, cada uno de los pasos.
-¿Por qué me miras así? ¿Tengo algo?
-Si
-¿Qué?
-Unos ojos verdes que me están matando.
Ella sonrió.
-¿Que tenes?- le preguntaste. Hay algo en vos que me hipnotiza. Sos como fuerte y frágil a la vez, tranquila y guerrera
-Tengo una vida a cuestas.
-Yo quiero estar en esa vida
-Yo creo que ya lo estás, y no se si me gusta.
-A mi me gusta que me hayas dejado estar. Y me gustan tus labios- le dijiste para luego besarla.
No me lastimes, te dijo entre dientes, antes de continuar el beso. Hoy esas palabras resonaban en tu cabeza.
Acostado en la cama. Desconoces si es psicótico o no, pero oles la remera que ella usaba para dormir.
"¿Cómo lograr que aún me quieras? ¿Cómo lograr que quieras escuchar? Cuando este fuego me desvela... "
Ya ni siquiera es humano la forma en que los recuerdos te persiguen.
Día 11
Hoy estuvimos juntos. Digo, de estar estar. Claramente no lo voy a escribir, espero que lo entiendas.
Fue una experiencia muy romántica, me cuidó mucho (en todos los sentidos)
Creo que podría compararlo con la primera vez que salí a la calle después de...bueno, eso. Creo que tampoco estoy capacitado para explicitarlo tampoco.
No se si el tratamiento está dando resultado. Pero me siento bien.
Las pesadillas son cada vez menos frecuentes, eso si es bueno.
Pedro me dijo que estuvo bueno, ya lo creo. De solo recordarlo me pongo colorada.
-Estuvo mal?
-Estuvo muy bien- te dijo abrazándote y llevándote a su pecho
-Gracias por cuidarme
-Siempre
"¿Qué es lo que voy a hacer?¿Qué es lo que voy a hacer si ya no hay forma de pedir perdón?"
-Perdón que insista pero necesitamos hablar
-¿Necesitamos? ¿Ahora resulta que si te interesa lo que yo pueda o no necesitar? Decime...¿Qué querés? Que te diga te perdono todo bien Pedro, gracias por todo, todo muy lindo?- te dijo sacudiendo la cabeza, visiblemente alterada.
-Necesito explicarte que las circunstancias cambiaron
-¿Las circunstancias cambiaron? ¿Me estás cargando?
-Cuando arrancó todo yo no sabía lo que hacía, no sentía nada, era un juego sí, lo admito. Pero hoy no me es igual, hoy te amo, te necesito.
-Ese es el problema, el problema es que sos solo vos- te dijo con lágrimas en sus ojos.
Sentías su cara y sus gestos descolocándose con cada palabra.
Ahora sí, iban a tener esa conversación. O eso creías.
-Te pido que no me interrumpas- te dijo ella.
-El problema- siguió- es que no dejas por un momento tu parte egoísta, el momento es que hace semanas me venís pidiendo perdón, el problema no sos vos, ni tus estúpidos pedidos de perdón. El problema no es que no sepas como disculparte, acá y por un momento si te podes detener a pensar, vos estas bien.
Vos querías ganar una apuesta, la ganaste.
Querías demostrarle a tus amigos que sos un galán que todo lo puede, te felicito.
Querías llevarme a la cama, me llevaste.
Vos querías disfrutar, creo que lo hiciste.
¿Querías que te ame? No me respondas, no quiero ni saberlo, pero ¿sabes qué? Lo lograste.
Pero el problema soy yo.
Yo no quería enamorarme, no quería conocerte.
Yo solo quería salir a la calle, sin sentir que me moría, quería ver a las personas y no sentir voces.
Quería ser normal sabes?- te dijo limpiándose las lágrimas.
El problema soy yo porque te di todo, confié en vos.
No es que no haya manera de pedir perdón. No hay forma de quitarme este amor que siento por vos, y eso sí me duele - te dijo afectada, llorando. Casi gritando, inusual en ella.
-¿Qué es lo que me mandaste?- fue lo único que pudiste articular. Querías abrazarla.
-El paso a paso de como creí en vos y como aniquilaste todo. El paso a paso de mi recuperación.
-¿Hoy ya no te sentís morir?
-No. Quizás eso podría agradecértelo. Aunque hoy siento que sí quisiera morirme.
Se fue. Y te dejó con más dudas que certezas.
Llegaste a tu casa, y tomaste el diario. Querías terminarlo. Pero el trabajo te lo impidió, mañana sería otro día.
Te levantaste. Preparaste el mate, tomaste el diario y le diste play al contestador automático.
"Hola Pedro soy Ana, cuando puedas comunicate conmigo, te dejo mi celular"
"Pedro, Ana otra vez, llamame, estoy preocupada"
...